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Hace poco llegó a hasta mis ojos esta noticia: http://www.libertaddigital.com/ciencia-tecnologia/ciencia/2012-12-12/investigan-si-vivimos-en-matrix-1276476769/

Así, a priori, parece un texto sacado íntegramente de la película, pero lejos de lo informático, de lo cuántico y de lo físico, creo firmemente que vivimos dentro de Matrix. Pero no un Matrix conocido como una realidad virtual, paralela y ficticia, sino Matrix como una realidad que es de casi obligatorio cumplimiento.

Me explico:

Nacemos, y ya nacemos dentro de Matrix. Por regla general dentro de una familia biparental, en la que los dos padres trabajan para pagar una hipoteca, cubrir los gastos necesarios que garanticen un modo acomodado y una educación óptima de sus cachorros, además de proporcionar de cierto desahogo para realizar actividades que todo el mundo hace dentro de Matrix: salir a cenar, jugar al paddel o al golf o al fútbol, salir de compras, etc. Crecemos, y crecemos dentro de Matrix, intentando no destacar ni por arriba ni por abajo; llevamos las deportivas de marca, no vaya a ser que sea menos que el vecino, jugamos a las mismas cosas (el fútbol de nuevo, es el rey) y estudiamos ciertos dogmas que no nos hagan parecer unos desarrapados.

Seguimos creciendo y madurando, lo que está bien y dicta Matrix es acabar el instituto e ir a la Universidad. Tener pareja a una edad más o menos razonable y a ser posible, estar con ella para toda la vida. Alcanzamos la etapa de madurez  que a su vez alcanzaron nuestros padres en su momento, y entonces Matrix te dicta que has de sentar la cabeza, casarte, tener hijos y entrar en la rueda en la que un día entraron los demás para perpetuar el ciclo y evitar que la máquina se pare.

Pensemos por un momento en aquellos que de alguna forma han querido salir de Matrix: se les ha señalado con el dedo. Se les ha mirado por encima del ojo, «y este?»  es el comentario que se oye a sus espaldas.

Un niño en el colegio que no tiene sus zapas de marca es blanco de la mofa de sus compañeros; todos sabemos lo crueles que podemos ser cuando somos unos críos. Ahora hagamos un ejercicio de memoria y pensemos si alguna vez no fuimos el blanco de las burlas de otros que seguían los cánones de lo que «tiene que ser» o si fuimos incluso nosotros mismos los que fuimos generadores de esas mofas contra otro pobre niño por a saber qué cosas. O esos niños que no les gusta el deporte, como el fútbol y el basket, les ha costado mucho más relacionarse con otros. Ellos eran los «raros».

Crecemos y vamos al instituto. Continuamos con nuestra educación. Hasta aquí de acuerdo. La educación es un activo que debemos llevar con nosotros para el resto de la vida, pero y si no se alcanza la Universidad? Pues, eso… Las empresas, el entorno, las Empresas de trabajo temporal… se cuestionan como alguien con cierta edad no ha cursado estudios superiores y la carrera para alcanzar un puesto más o menos decente se ralentiza, aunque tus aptitudes y actitudes sean las más idóneas. Es cierto que un título es la tarjeta de presentación de tus conocimientos, habilidades, especialidades… en la mayoría de los casos. Pero hay un porcentaje en lo que esto no se cumple, por múltiples motivos que a Matrix no le importan. Matrix quiere un título universitario. Y punto!

Maduramos y algunos prefieren no emparejarse y salir a ver el mundo o realizar actividades o proyectos o sueños que no encajan con la filosofía Matrix; todo ello para el disgusto y sofoco de nuestros padres, a los que – pobrecitos – su niño o su niña les ha salido un bicho raro. «Por qué mi niño/a no será normal como los demás?» – suspiran y se cuestionan cuando nos ven hacer y deshacer contrario a lo que debería ser, o a lo que Matrix dice que es lo correcto. 

Y una vez en la etapa más adulta… Matrix es aún más severo, porque te cuestiona mucho más. No se puede decir en voz alta cierto tipo de cosas, del estilo de «yo no quiero tener hijos», «paso de comprarme una casa», «no tengo coche porque no quiero», «vivo lejos de mi país porque en otro país he encontrado mi lugar, en mi propio país no me identifico», «soy contrario a casarme»… y como estos, miles de ejemplos.

Qué hace el entorno (en la mayoría de los casos)? Habla contigo, te analiza, le provoca curiosidad cómo alguien no quiere vivir dentro de Matrix, con lo fácil que es no ser cuestionado, con lo fácil que es acomodarse en tu lugar del mundo. Pero realmente, es ese tu lugar?

No me malinterpretéis, creo que es tan respetable vivir dentro como vivir fuera; pero los que viven fuera tienen el añadido de que Matrix intenta por activa o por pasiva que vuelvan al redil. Quiere reunidos a todos sus efectivos y cumpliendo a pies juntillas con las normas que nos hacen a todos vivir dentro de una armonía…. Matrix.

Al final no es tan ciencia ficción Matrix nos abraza todos los días, pero alguno han encontrado entre sus dedos, el hueco para darse una vuelta por fuera.